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Una palabra describe la escencia de la historia política de Alejandro Moreno Cárdenas (a) Alito, aspirante a dirigir lo que queda del PRI: traiciones.
Aquí esas historias: el primer trabajo de Alito en el terreno político fue en 1999, con Ulises Ruiz, también hoy aspirante a dirigir el PRI. Ulises Ruiz (a quien Alito le cargaba los papeles), era asesor electoral (mapache) de Roberto Madrazo, aspirante a la candidatura presidnecial del PRI, en 2000. Fracasó. Ellos dos inventaron a Alito.
En 2002, Alito ya trabajaba directo con Madrazo. Ya no sólo cargaba papeles. Ya le hacía al mapache electoral: esa fue su labor en la contienda interna a la presidencia del PRI ese año. En pago, Madrazo le entregó la dirigencia nacional del Frente Juvenil Revolucionario. Y en 2006 lo hizo senador.
Derrotado Madrazo en la Presidencial de 2006, Alito lo traicionó y se fue con Beatriz Parees. La apoyó para que en 2007 ganara la dirigencia nacional del PRI. Pero un año después rompió con Paredes por irse con Manlio Fabio Beltrones, entonces coordinador de los senadores del PRI.
En 2011, cuando venía la definición de candidato presidencial entre Beltrones y Enrique Peña, Alito de nuevo traiciona: se fue con Peña quien, en 2015, desde la Presidencia, lo hace gobernador de Campeche.
Cuando se convierta en presidente del PRI, seguramente Alito va a traicionar a Peña, porque éste ya no tiene futuro político. Según él, va muy bien: se vende como el interlocutor de los gobernadores del PRI con el presidente. Hasta se autodenomina “Amlito”.
Con estos antecentes, la prospectiva es clara: es muy altamente probable que Alito termine traicionando al presidente López Obrador. ¿Cuándo, cómo, con quién? Está por verse.