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FOTO: ANDREA MURCIA /CUARTOSCURO.COM

CDMX

Miles de mujeres marchan por sus derechos

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En punto de las 16:00 horas se dieron cita en el Ángel de la Independencia miles de mujeres con pañuelos verdes y morados, caras pintadas e incluso completamente cubiertas, gritando consignas en busca de la defensa de sus derechos, en el Día Internacional de la Mujer.

Durante la marcha con destino a la Plaza de la Constitución, estudiantes, hijas, madres y aquellas quienes no desean serlo, culpan con pancartas al patriarcado, sistema que ha dominado a lo largo de la historia de la humanidad, a las mujeres, como lo piensan muchas de ellas y como parece serlo con las cifras alarmantes de feminicidios que se presentan a la alza desde que se volteó la mirada –incluso internacional– a las muertas de Ciudad Juárez, “parece que se ha expandido a lo largo del territorio nacional”, acusó una feminista con el rostro encapuchado.

Romper el techo de cristal, aquello que impide a las mujeres a acceder a puestos superiores, eso es lo que piensa necesario una estudiante de la Universidad de Barcelona que vino de intercambio a México para enfocar su estudio en los movimientos sociales desde un ángulo marxista.

De acuerdo con datos oficiales proporcionados por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en lo que va del año han sido contabilizadas 304 mujeres asesinadas en el país, es decir, 10 mujeres pierden la vida al día en promedio. De estos casos, solo el 75 por ciento fueron catalogados como feminicidios; por ello las miles de mujeres que marcharon del Ángel al Zócalo, gritaban una y otra vez “¡ni una más!”.

Una consigna que a algunos les podría parecer recalcitrante, versa sobre el órgano reproductor masculino, utilizado por algunos rupestres para afectar de por vida a cualquier mujer que se les haya cruzado en el camino… “verga violadora, a la licuadora”. A la licuadora para volverse añicos. A la licuadora de las madres que no callaron la violación de sus hijas por parte de sus parejas sentimentales. Si así de fuerte suena la consigna, imagine usted estimado lector, el rencor y todo el dolor que subyacen en estas palabras.

La deconstrucción de un niño

¡Mamá, escuchaste lo que dicen! –comentó un niño de cinco años a su madre– mientras esperaban el próximo tren en la estación del metro Insurgentes, por donde arribaron cientos, miles de mujeres a la marcha del 8M, que inició en el Ángel de la Independencia.

“¡No, pendejo que no!, ¡ya te dije que no! Mi cuerpo es mío, yo decido, tengo autonomía yo soy mía!” iban gritando una y otra vez las feministas universitarias que arribaron al Ángel de la Independencia desde la torre de rectoría en Ciudad Universitaria.

El niño quedó perplejo, su percepción fue penetrada por una serie de palabras que probablemente marcarán su inconsciente (o en el mejor de los casos a su consciencia). Un hombre no tiene porqué vulnerar el cuerpo de una mujer; tampoco se les debe aplaudir el no violentarlas, pues es un comportamiento que debería estar más que normalizado.

Algo en su concepción se quebró y su mamá sin saberle explicar sólo asintió, el niño permaneció observando cómo salían de la estación, aquellas quienes luchan por los derechos de su madre, desde las bases, sindicatos, colectivas y organizaciones civiles, feministas, radicales, lesbofeministas, transfeministas, afrofeministas, todas quienes después de un día agotador, donde marcharon y sudaron codo a codo, regresaron en el transporte colectivo a sus hogares, para seguir combatiendo al patriarcado desde su trinchera. Y el niño regresó a su casa, sin saber por qué las mujeres gritaban, aún…

 

 

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