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LOS RESULTADOS QUE DEJÓ ENRIQUE PEÑA NIETO EN MATERIA DE CORRUPCIÓN SON DESASTROSOS.
De acuerdo con el Inegi, en 2017 la tasa de delitos denunciados por corrupción llegó a 25,541 por cada 100 mil habitantes; uno por cada cuatro habitantes. Una cifra escandalosa a nivel mundial.
Aunque los delitos del fuero común se movieron en 11,081 por cada 100 mil habitantes, se aprecia que en un año un gran número de mexicanos fueron víctimas de algún acto de corrupción no sólo de la burocracia, sino de particulares.
El 15% de los mexicanos que tuvo contacto con algún funcionario dijo haber sido víctima de al menos un acto de corrupción. A la llegada de EPN, la percepción era de tan sólo el 12.1% Por si fuera poco, en el país el 5.4% de los dueños de establecimientos comerciales denunciaron sufrir este tipo de delitos en 2017.
La percepción de la corrupción crece a pesar que el Presidente Andrés Manuel López Obrador abandera esa lucha. La meta es complicada.
¿PELEADO CON LA TECNOLOGÍA?
Andrés Manuel López Obrador, al tomar posesión como Presidente el 1 de diciembre pasado, aseguró que el gobierno federal ya no compraría computadoras, según su programa de 50 puntos para acabar con la corrupción. En su punto 35 de su discurso en el Zócalo el 1 de diciembre rezó: “No se comprarán sistemas de cómputo en el primer año de gobierno”.
A principios de mes, ya se había disminuido el 19% la adquisición de sistemas de cómputo y se cancelaba la modernización de esos mecanismos en todas las áreas de la administración pública federal.
Por ello, es importante que México no se salga de esas vías de desarrollo para ser competitivos mundialmente. No importa que la generación en la administración pública no use celular (o lo deje en manos de sus colaboradores) y que aún escriba a mano sus discursos. El romanticismo tecnológico no cabe en estos días y frenar la modernización tecnológica, es un crimen administrativo.