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Creo que de los recuerdos más fregones que tengo de mi infancia sin duda alguna está el Holliday on Ice, que era un espectáculo sobre hielo al que nos llevaba mi papá y se hacía en la Arena México, y por supuesto el circo, en todas sus manifestaciones.
Además, de niño me tocó hacer una película que hablaba precisamente de la vida en el circo, entonces pude convivir con esa encantadora forma de vida y yo amo el circo.
Los conocí casi todos, desde el más lujoso hasta el que se presentaba en un pueblito recóndito, de ínfima calidad; es más, hasta cuando era adolescente me tocó trabajar en Reino Aventura y durante un tiempo llevaron actos circenses al parque y a mí me tocó ser el presentador, el maestro de ceremonias, y fue una experiencia fantástica.
Después los circos se vieron severamente asfixiados por la prohibición de los animales en sus espectáculos, tema de otra ocasión, pero hoy por hoy la familia Atayde, el circo de mayor tradición en nuestro país, nos está demostrando que el circo está más vivo que nunca, pues mi hermano Alejandro Gou me invitó al espectáculo que pusieron en el CC1 que se llama Atayde galas de invierno y de verdad les platico que el espectáculo es una verdadera joya.
Me llevé a mi mujer, a Michaela, mi hija, a mi hermana y a mi sobrino, y para ellos fue su primer acercamiento al circo y simplemente ni parpadeaban con el malabarista, los equilibristas, los magos que tienen, que son excepcionales, y por supuesto los payasos.
Un espectáculo de esos que alimentan el alma. Ya no hay tigres, ni elefantes, ni caballos, ni camellos, pero el hombre también es capaz de dar espectáculos verdaderamente increíbles. Esto sucede en el Atayde, es decir que está viva la magia y considero que tenemos que acercar a nuestros hijos a esta tradición.
Vieran qué contenta salió mi chamaca, no daba crédito, le gustó tanto uno de los números que ese mismo día en la noche me la encontré enrollada en la cortina de su cuarto con una cara de angustia que ahí les encargo y mi mamá casi se mata cuando vio que mi sobrino en su casa rompió varias tacitas de esas de colección cuando intentó malabarear con ellas, pero felices quedaron.
Moraleja: Yo debería dedicarme a esto del circo y no es broma, pues la mera verdad siempre me agarran en la maroma. He dicho.