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“Es la economía idiotas”, comentó en su campaña por la presidencia de Estados Unidos, William Jefferson Clinton. Y, tenía toda la razón. Toda aquella política pública adoptada por un gobierno puede generar daño en el bienestar de sus gobernados. Por ello, debe haber gran cuidado en las decisiones que se tomen al respecto, desde el gobierno.
Esto te lo platico, debido a la crisis que vive Emmanuel Macron, presidente de Francia. Hace varias semanas tomó la decisión de incrementar los precios de las gasolinas para tener mayor captación fiscal.
Esto enardeció a varios sectores sociales franceses que, como reguero de pólvora, creció a otros grupos que se identificaron mediante “chalecos amarillos”. Macron, para apagar los fuegos sociales, echó para atrás el aumento de los combustibles e incluso anunció un incremento en el salario mínimo en 100 euros mensuales, así como la eliminación fiscal de las horas extras.
Además, la ministra de Trabajo, Muriel Pénicaud, propuso una prima de movilidad “para los siete de cada diez franceses que tienen que ir a su trabajo en coche”. También se podría adelantar la exoneración de las contribuciones por las horas extras, prevista inicialmente para septiembre de 2019, así como acelerar la eliminación de la tasa de habitación que se paga por residir en una vivienda (ya se sea propietario o inquilino) prevista inicialmente en tres años. Además, se ha lanzado la idea de incitar a las empresas a pagar a sus empleados una prima excepcional de fin de año que quedaría exonerada de impuestos.
Una sociedad politizada y educada como la francesa, no se deja de acciones gubernamentales que afecta su bienestar. Por lo pronto, la economía francesa cayó 0.1%
