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Por: Jetzael Molina Sedeño
Mientras unos llegan en autos Mercedes Benz, Jaguar, BMW y camionetazas con chofer incluido y hasta escoltas, otros tantos llegan en taxis, o en su caso, en camiones – ¡Sí los camiones sí existen en Polanco!- al centro comercial más lujoso de la Ciudad de México, Antara Polanco. Ubicado en avenida Ejército Nacional esquina con Moliere. Del caos urbano y tráfico estresante de la ciudad, en la entrada principal de centro todo cambia, te transportas a un oasis cosmopolita y vanguardista.
Antara es uno de los recintos más fastuoso y exclusivos de la ciudad. Su moderna arquitectura hace que este espacio sea el único en su clase, el sitio, la ubicación y la forma de cómo está construido el edificio hacen una completa referencia a un centro comercial “nice” de los Estados Unidos. Al caminar por el elegante pasaje comercial se pueden apreciar algunas de las marcas más prestigiosas del mundo.
Los escaparates de Burberry, Armani, Marc Jacobs, Carolina Herrera y demás marcas reconocida a nivel mundial son elementos que envuelven y enganchan la pupila de los compradores, en especial el interés de las mujeres rubias con bolsas Louis Vuitton y grandes gafas de sol. Por el glamoroso pasaje de Antara caminan personas de todo tipo: hombres de traje, niños, ancianos con facha de ricos – que seguramente lo son- jóvenes que son cuidados por sus “guarros” y mujeres, en especial ellas, las féminas se sienten en su mundo, caminan como si estuviesen en una pasarela de moda parisina, su lema : “cada paso con estilo”.
Dentro de las grandes boutiques se encuentra la gente que está dispuesta a comprar y despilfarrar grandes cantidades de dinero. Algunos salen con bolsas de Oysho, Mac, Aeropostale, entre otras marcas, pero bueno, cabe aclarar que no por el simple hecho de asistir a este centro comercial se tiene que comprar. Si bien, mucha gente sólo va a observar las nuevas tendencias de las marcas más reconocidas, o bien, van a degustar el paladar en los restaurantes “nice” o de comida rápida que se encuentran ahí mismo.
El Centro Comercial antara se construyó sobre lo que era la antigua planta de General Motors. El diseño de la plaza fue concebido por el arquitecto mexicano Javier Sordo Madaleno y su inauguración fue en el mes de mayo del año 2006. Las constantes que envuelven a este lujoso recinto es el glamour, el estilo, la moda y la gente “pipirisnais”.
El diseño de Antara simula una calle comercial al aire libre donde se puede comprar, echarse el cigarrito y caminar por sus amplios pasillos. La experiencia de estar en ese lugar “nice” es simular que caminas por una de las calles de Nueva York o LA, la Quinta Avenida o por Rodeo Drive. Sus tiendas reflejan prestigio, glamour, elegancia, distinción y personalidad.
Los pipirisnais son los únicos que visten marcas de renombre, Armani, Lacoste, Tommy Hilfiger, entre otras; que no se sientan “la creme de la creme” solo porque visten ropa cara y exclusiva. También la gente que visita el Mercado de Mixcalco o Tepito viste lo mismo que ellos: Armani, Lacoste, Chanel, Louis Vuitton, de menor calidad y a menor precio, pero de que lo visten lo viste, y se ven muy bien.
En Mixcalco se pueden encontrar playeras Armani por mayoreo, cosa que en Antara no, esas piezas son únicas y exclusivas. Pero no todo es caro e imposible de comprar en Antara, también se encuentran algunas tiendas que manejan precios accesibles para cualquier bolsillo, tal es el caso del Trío amoroso (Zara, Bershka y Pull&Bear) estas tiendas se encuentran en casi todas las plazas de la ciudad y es común que la gente que camina por las calles de la CDMX lleve puesta una prenda de estas tiendas.
Al finalizar el recorrido por el Centro Comercial Antara y haber hecho las comprar necesarias, o bien, solo dar el rol por el lugar en una de las zonas más exclusivas de la ciudad se queda la experiencia vivida de descubrir otro espacio en la capital. Asistir a las tiendas “fashion”, observar a la gente pipirisnais y disfrutar el oasis en medio del caos y del tráfico, resulta entretenido y hasta cierto punto cómico ya que de “ver dan ganas”. Cuando uno tiene el dinero suficiente para comprar algunas “garras” , no importa, se utiliza y se aprovecha lo que se tiene.