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Hace unos días, la calificadora de crédito internacional, Fitch Ratings, degradó la perspectiva de crédito internacional de estable a negativa para Pemex, ante su percepción de “incertidumbre” por los cambios potenciales en la estrategia petrolera durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
De inmediato la clase política se convulsionó. Rocío Nalhe, actual senadora, quien será secretaria de Energía, calificó de absurda la calificación, ya que el mismo Andrés Manuel anunció inversiones en el primer año de Gobierno en la petrolera por más de 70 mil millones de pesos.
Sin embargo, qué es lo que preocupa a Fitch. No se trata de inversión a Pemex, lo que podría ser beneficioso. Se trata de asegurar el beneficio de los bonos internacionales para sus inversionistas. La petrolera destina fuertes cantidades de dinero para el gasto corriente del Gobierno. Esto ocurre en el gobierno de Peña Nieto y ha ocurrido desde que explota el Gobierno su petróleo.
En las utilidades de Pemex, pegan las transferencias de recursos de esa empresa al gobierno de México. Aquí es donde los analistas ven que la administración de AMLO usará los recursos provenientes del petróleo como fuente de ingresos para cumplir con sus audaces metas de Gobierno.
Parece ser que los funcionarios de Morena, no comprenden que las calificaciones de Fitch representan intereses de inversionistas, especialmente los tenedores de bonos en el extranjero. Cualquier inversión es buena pero, lo más importante, es el cuidado con que se manejen los gastos de la compañía.
Para aumentar los ingresos de la empresa necesita, entre otras cosas, acabar con la corrupción, el robo de combustible y una responsable administración de sus recursos.