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“Ojalá y Donald Trump nos deje pasar a su país”

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CIUDAD DE MÉXICO.– Hace 20 años, Sergio Cázares se tiró un clavado en una fosa poco profunda y se lastimó la columna vertebral; el accidente lo confinó a una silla de ruedas, pues quedó paralítico. Tuvo que abandonar su trabajo como albañil y desde entonces su madre se convirtió en su único sostén.

Por eso ahora, a sus 40 años, al enterarse que una caravana migrante se dirigía hacia Estados Unidos en busca de una mejor vida, no lo pensó dos veces. Reunió unas cuantas prendas de ropa, se despidió de su madre, y se fue en su silla de ruedas a la carretera a esperar a sus paisanos para incorporarse al éxodo.

Dice que no conocía a nadie, pero rápidamente César, un paisano de su natal San Pedro Sula, Honduras, se hizo su amigo y lo auxilió para empujar su silla. Y desde ahí ya no se le separó.

Rodando y en aventones llegó hace seis días a la capital de México, donde, anota, lo han tratado muy bien. La comida y atención no le faltan, y por ello agradece a las autoridades y a la sociedad civil.

En entrevista con Grupo Cantón, el migrante Sergio Cázares cuenta su historia, y sus sueños por llegar al vecino país del norte. Recostado en el interior de su improvisada tienda de campaña, el hondureño remueve sus recuerdos y habla. Testigos de la charla son su nuevo amigo César, quien lo asiste por su condición, y su silla de ruedas.

“Tengo 40 años de edad y 20 desde que quedé paralítico por el accidente. Obviamente por mi condición física no puedo encontrar trabajo en Honduras, y mucho menos recibía ayuda del gobierno, pues para ellos somos un estorbo”, se lamenta.

Y recuerda que la violencia en su barrio era ya insoportable, pues a diario las pandillas hacían de las suyas –coludidas con la policía local– para robar y matar sin ser castigados.

A pesar de que Sergio casi no salía de su casa por la condición en que se encuentra, dice que esa violencia le pesaba, pues su barrio era una zona de guerra.

Esa situación, anota, le llevó a integrarse a la caravana de migrantes que busca llegar a Estados Unidos. No lo pensó dos veces y salió de su país en busca del sueño americano.

“Esa es mi meta, llegar a Estados Unidos y solicitar asilo. Sé que con una operación podré volver a caminar de nuevo, y una vez en buen estado físico, puedo buscar trabajo de lo que sea, de albañil o lo que me pongan a hacer”.

A un lado de su silla de ruedas, en el campamento de migrantes en el estadio Jesús Martínez, Palillo, en la Ciudad Deportiva de la Ciudad de México, Sergio se dice confiado en llegar a Estados Unidos, y rehacer su vida.

“En Honduras ya no se puede vivir por tanta pobreza y violencia. El Presidente controla todo eso y no hay para dónde hacerse, él es el culpable de los males de mi país”, asegura.

Y confía en algo: “Ojalá que a Donald Trump se le ablande el corazón y nos abra la puerta para que entremos a su país. Ese es mi deseo y sueño con que se cumpla”. Es la historia de Sergio…

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