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Entre Líneas
Por @danielh_moncada
Lo escuché decir de un antropólogo que enfoca su estudio en la migración centroamericana desde hace varios años. Él ha documentado diversas violaciones a los derechos humanos que ni la misma CNDH ha realizado en nuestro territorio nacional, por el que atraviesan miles de migrantes que buscan escapar de la marginación, la pobreza y la violencia.
Jorge Andrade, antropólogo y cofundador con Andrea González Cornejo del colectivo “ustedes somos nosotros”, documentó violaciones a los derechos humanos de migrantes en la estación migratoria de Acayucan, Veracruz, la segunda más grande del país. Allí, donde tienen una capacidad máxima de 800 personas, metían en celdas a 1,300 migrantes.
Relató que donde él vio como decenas de personas estaban en una celda, con orines y mierda de cinco días en los baños, con regaderas de donde salían gusanos y donde también padecían de problemas respiratorios por insecticidas que les otorgaban para enfrentar a los mosquitos, los observadores de la CNDH, sólo iban a leer los derechos de los migrantes sin hacer más.
Incluso ha documentado al seguir toda la ruta migrante por el país, en algunas zonas del norte, que integrantes del crimen organizado utilizaban leones para que se comieran a los migrantes que despedazaban con anterioridad. Los leones dejaban los cráneos y el cuero cabelludo –cuenta el antropólogo- por ello, empezaron a utilizar cerdos, porque al aventar las partes despedazadas al lodo, no quedaba rastro alguno.
Asimismo, cuando acudió a realizar trabajo de campo y a ofrecer ayuda humanitaria al albergue “La 72”, relató como oficiales del Instituto Nacional de Migración, lanzaron cerillos a un pastizal para que los migrantes que se encontraban ocultos, salieran por el humo. También dejaron que un migrante, por la desesperación de no ser atrapado por “la migra”, muriera ahogado al aventarse a un lago. Oficialmente, nada de esto está reconocido.
En este contexto, la migración es un factor económico. Así podemos entender las reacciones del estado mexicano ante esta situación internacional, donde los políticos y los que ostentan el poder económico, también se mantienen beneficiados de este eterno círculo vicioso de la violencia y el desplazamiento forzado de miles de personas, en particular, de centroamericanos que habitan en zonas rurales, campesinas e indígenas.
Karl Marx decía que “toda relación social está basada en una relación económica”. Qué más sino la generación de las condiciones sociales por parte de los Estados para crear personas dispuestas a vender su fuerza de trabajo al peor postor, aceptando salarios de miseria que alcanzan para lo mínimo, para vivir al día, en el mejor de los casos.
Ejemplo de ello, es la expedición de la Ley de Migración durante el gobierno de Felipe Calderón Hinojosa, quien también es señalado de impulsar desde la administración oficial, la guerra contra el narcotráfico. Siendo la justificación y el impulso a su política migratoria. ¿Quién quiere vivir en un país con altos índices de violencia?
Los migrantes no son todos iguales, sin embargo, muchos de ellos salen de sus lugares de origen por los mismos factores: la falta de trabajo, de servicios de salud (medicamentos), o de alimentos son los principales motivos, así como la violencia que los vuelve vulnerables. Hay migrantes que huyen de la pobreza y hay exiliados o a quienes les dan asilo por la violencia.
Cabe destacar que el gobierno actual, dirigido por Enrique Peña Nieto, ha detenido y deportado a más de 800 mil migrantes centroamericanos. El dolor de los migrantes centroamericanos deja una importante derrama económica, pues con este número considerable de migrantes que han pisado territorio nacional y han sido repatriados, es claro que por su paso, compran lo elemental para sobrevivir.
En nuestro país, estar sin papeles es una cuestión administrativa. Sin embargo, ¿quién querrá regresar a un país donde su voluntad fue apagada? Donde los mismos oficiales del Instituto Nacional de Migración, los persiguen como criminales, los únicos facultados para detenerlos. Pues cualquier detención por parte de cualquier otro policía federal, estatal o municipal, e incluso, militar, es un abuso de autoridad y una ignorancia aberrante de las leyes. Es más doloroso el muro de contención en el que se convierte México, que la frontera norte donde miles de militares esperan al éxodo migrante.
¿Por qué no se han querido reconocer la crisis humanitaria en Centroamérica? Si México reconoce la crisis humanitaria en esta región, sería una política fallida del Estado mexicano, pues como lo mencioné en el segundo párrafo, los políticos también se mantienen beneficiados del sufrimiento de mujeres, niñas, niños, adolescentes y hombres migrantes que sólo buscan una mejor vida.
Genere su propia perspectiva.