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De frente y de perfil – Ramón Zurita Sahagún/Grupo Cantón
Los comicios en México siempre han estado bajo observancia. Diversos procesos anómalos motivaron la poca credibilidad en los resultados de los mismos.
Varias de las elecciones presidenciales quedaron manchadas por la sombra de la duda: Ruiz Cortines contra Henríquez Guzmán; Salinas-Cárdenas, Calderón- López Obrador, entre otras, además del tufo maloliente que dejó el alejamiento de campaña de Diego Fernández de Cevallos, cuando se mantenía arriba en los momios.
Todo lo anterior y sus adiciones en numerosas elecciones estatales y hasta municipales provocaron el voto por voto que se está aplicando en un recuento de los sufragios del proceso para gobernador en Puebla. Fue precisamente en los comicios presidenciales de 2006, cuando la frase ganó notoriedad, por la petición del entonces candidato presidencial perdedor, Andrés Manuel López Obrador, insatisfecho por la magra diferencia del 0.58 por ciento que le daba la victoria a Felipe Calderón Hinojosa.
En aquel entonces, se procedió a abrir once mil paquetes electorales, dejando cifras iguales a las contenidas en los números oficiales, pero sirvió para establecer en las leyes electorales mayor transparencia en los procesos y dar paso a la posibilidad de conteo voto por voto. Dicho sistema se pone a prueba y este fin de semana se sabrá el resultado del voto por voto aplicado a la elección de Puebla, donde el perdedor Luis Miguel Barbosa, impugnó el triunfo que el primer recuento de sufragios le otorgó a Martha Erika Alonso.
La diferencia de 120 mil votos es difícil de remontar, aunque serán los que apliquen el recuento los que definan si hubo o no fraude o una mala intención en el conteo de los sufragios o, simplemente, se realizó conforme a la ley. Puebla quedará manchado.
