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Ramón Zurita Sahagún – De frente y de perfil/Gurpo Cantón
El juego de moda entre los partidos políticos y sus representantes populares es el acomodarse con el mejor postor, de acuerdo a sus necesidades y dentro de la ley de la oferta y la demanda.
La rebatinga por los legisladores llega a todas partes y en algunos lados se muestra satisfacción, mientras de otros surge la crítica, la censura, la denuncia y abundan las acusaciones. No es nuevo que las bancadas recurran a esta práctica, sin importar los métodos que usan y que, normalmente, se cotizan en cifras millonarias.
Esa práctica fue común en el Estado de México, durante el gobierno de Arturo Montiel, en que el PRI perdió la mayoría en el Congreso estatal y hubo de recurrir a las prácticas de piratear a los legisladores de otros partidos, especialmente del PAN, para construir su mayoría.
El método fue usado en otras entidades del país, donde los gobiernos priistas perdían el control del Congreso del estado y mediante fuertes cantidades invertidas, atraían a los opositores que se sumaban a esa mayoría legislativa necesaria para la aprobación de las cuentas públicas.
Fue común en Tabasco, en 2003 durante el gobierno de Manuel Andrade ver como diputados de la izquierda daban el bandazo y se sumaban a las filas de los tricolores, principalmente aquellos que como alcaldes tenían cuentas pendientes con su comuna.
Ahora viene sucediendo en las entidades en las que los nuevos diputados rinden protesta o están próximos a hacerlo.
Morelos y Nuevo León, son algunos de estos casos, aunque el principal ocurrió en el Congreso federal, cuando diputados del PT y PES se pasaron a las filas de MORENA y después otros diputados del Verde hicieron lo propio. Muchos acusan por ese robo de sus talentos, pero es una práctica común.