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Mario Humberto Méndez González y Pedro García Salazar no se integrarían al plantón perredista –que ya se había instalado en la Ciudad de México– hasta que sustrajeran unas misteriosas cajas ocultas en Villahermosa, que a la postre revelarían que el PRI y el Gobierno del Estado gastó en Roberto Madrazo más de 200 millones de pesos para que fuera gobernador de Tabasco.
Después de consultarlo con Félix Roel, que había dado el pitazo sobre la existencia de unas facturas, echaron andar el plan: Méndez González traería un cerrajero de Atasta, con el argumento de que su casa se había cerrado, García Salazar conseguiría una combi para el cargamento y Félix Roel invitaría una borrachera al velador para quitarlo del camino.
El único contratiempo fue con el cerrajero. Cuando llegó a la misteriosa casa disfrazada de tiendita, en la colonia Indeco, el maestro se dio cuenta que la puerta no tenía seguro.
“El cerrajero me dijo: ¡Oye, esta no es tu casa! Y le tuve que dar sus cien varos y cien más para que se aplacara”, rememora Mario Humberto. La casa era de la contadora Ana Bertha López, empleada de la Secretaría de Finanzas, a quien Madrazo Pintado le había confiado los comprometedores documentos.
“Entramos al cuarto y vimos que estaban las cajas ahí. Empezamos a revisarlas y eran puras facturas. Alguien dijo, vamos a botarlas al río.
No, repliqué, dijo Andrés que las tenemos que llevar. Y nos fuimos al PRD, en Linda Vista. Ahí había un camión que iba a salir a México”.
A la mañana siguiente, Mario Humberto se encontró con Andrés Manuel, en el plantón. “Llegué y Andrés me dice: ¿qué hiciste? Sí, le digo, ahí las traen en un camión. Por la noche, López Obrador estaba eufórico. Méndez González recuerda: “Cuando lo veo, Andrés Manuel me abraza. ¡Oye, me dice, le partiste la suerte al PRI! Te trajiste todas las facturas de sus gastos de campaña. ¿Tienes familiar lejos? Si puedes irte a Estados Unidos, anda. Le dije que no. Pues agarra y saca un macito de billetes, eran cuatro o cinco mil pesos. Ten, me aconseja, húyete para donde puedas, pero escóndete un buen tiempo”.
En Villahermosa, Mario Humberto aconsejó a Pedro que también se esfumara. El primero jaló a Huimanguillo, con sus padres, y después a Chiapas, con su hermana. “Cuando llego a casa de mi hermana, me dice: oye, ¿no andas con Andrés Manuel en la CDMX? ¡No sabes lo que te estás perdiendo! Están pasando en la televisión que tiene unas cajas y no sé qué. ¡Trágame, tierra!, decía yo.
“No les dije nada, yo no les dije nada. Ni a mi mujer le dije nada, ni a mi hija, hasta el año o los dos años le comenté a mi familia. Félix también estaba nervioso, dice que llegaban unos carros por su casa, así como de judicial. Pedro también tenía mucho miedo.
“Esto lo aporté sin saber, ni siquiera vimos qué tenían las cajas. A 25 años de esto, ya siento que no lo volvería a hacer, ni aunque me pagaran. Antes, no me importaba morir. A mí me decían mis papás, qué andas haciendo ahí, te pueden matar. Uno no piensa. Pero valió la pena hacer esto, la verdad que sí. Eso fue lo que le valió a Andrés, lo que levantó el movimiento”, sentencia Mario Humberto.
El hijo de Félix Roel, del mismo nombre, cuenta que su padre le fue revelando de a poquito cómo sustrajeron esos papeles. “Doña Ana Bertha, cuando supo de la pérdida de las cajas, corrió al vigilante. A ella ya no le volvieron a dar el espacio de trabajo porque, en venganza, Roberto Madrazo le cerró las puertas.
Imagínate que tú le confías guardar a alguien algo que es sumamente secreto y resulta que te lo descubren. A partir del momento en que las cajas se dan a conocer, ella desaparece del plano político”. Después de ese episodio, el miedo se instaló en su casa. El abogado,que sirve actualmente de apoyo jurídico electoral a Morena, opina que todo valió la pena, porque, gracias al episodio de las cajas, la ley se fue reformando para establecer más causales de nulidad en elecciones.
“Fue algo histórico que permitió poner mucho ojo en el manejo de los recursos de una campaña, porque sí te dan dinero público pero no sabes quién te está financiando”, dijo. La PGR determinaría que la documentación era original y confirmó que ese monto lo ejerció el PRI durante el 1994 y que 128 millones de pesos correspondieron al periodo electoral, pero advirtió que no había delito federal que perseguir.