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Pese a las extraordinarias utilidades de la banca mexicana, el ritmo de crecimiento de la bancarización en todos los sectores es lenta. No sólo se trata de operaciones en los bancos, sino otros servicios que van desde las tarjetas de ahorro hasta los seguros, entre otros productos.
La cultura bancaria, derivada del nulo interés de las instituciones privadas y públicas es lo que mantiene en un retraso el servicio y, además, muy caro.
El gobierno de Andrés Manuel López Obrador empezará a cumplir con su mandato ante un sólido sistema financiero. Los bancos mexicanos muestran fundamentales fuertes gracias a una sólida rentabilidad producto de una sana calidad de activos y de un gran porcentaje de depósitos de bajo costo en su base de financiamiento. Además, los bancos se benefician de su amplia base de capital.
Pero, el crecimiento del PIB (la suma de todo lo que producimos) de México ha sido lento desde 2000, con un promedio anual de 2.2%. Un crecimiento que impide el desarrollo del país. Por su parte, el financiamiento se ha expandido a un ritmo promedio de 11%, pero alcanzó su tasa más alta de crecimiento nominal de 23% en 2007.
Pese a la fiesta por el cambio de gobierno, el crecimiento del país apenas superará el 2% en 2018-2021. Dada la fuerte correlación entre el crecimiento económico y el financiamiento otorgado por los bancos comerciales, crecerá entre 9% a 10% en 2018 y ligeramente por arriba de 10% en 2019.
México presenta un crecimiento económico inferior debido al bajo desarrollo en la productividad laboral, a los altos niveles de corrupción, y el ineficiente marco legal, el crecimiento del crédito se dará a un ritmo más lento que en otros países en América Latina.