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Ahí viene la Bigorra

Albertano en Xochimilco

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Nos fuimos a Xochimilco entre semana y la pasamos de lujo. No tiene la gracia del mariachi, la marimba y las cubas sabrosas, no escuchas gente cantando ni familias que se brincan de una trajinera a otra, eso no. En cambio hay paz y tranquilidad. Se respira aire puro en un silencio absoluto. Hay movimiento sí, pero todos van en mood de meditación. Descubrimos otra gracia que tiene Xochimilco.

La idea era llevar a los niños al Museo del Papalote. La idea fue de mi comadre Cris Bisogno, quien fue al teatro a visitarnos con su mamá, por décima vez. Ellas aseguran que se la pasan bomba. Pero la cosa es que mi Arielito, Albertano, se metió en mi camerino para hacer complot y cambiarle el plan a la generosa comadre, quien ya tenía planeado comprar los boletos del papalote por internet. Por cierto, para el tour de las trajineras ya también puedes adquirir tus pases por la misma vía. Nosotros preferimos hacerlo a la antigüita y en efectivo, ahí directo con el señor muy amable que nos recibió para subirnos a la embarcación, mi Arielito se puso guapo y nos invitó a disfrutar durante tres horas el mágico paseo.

Los hijos de Ariel son tremendos. El mayor, Quetzal, me confesó que su hermano Arim, estaba enamorado de Rafaella. “No le vayas a decir nada a la niña de eso, que ella no sabe de amores”, le dije. Ella los besa y abraza y los llama primos. Lo mismo que a Michaella Bisogno, mi ahijadita.

Eran las 10 de la mañana, pero como en la cubeta nos pusieron unas cervezas no le hicimos el feo. Los niños jugaron en la trajinera y corrían de un lado a otro. Yo aproveché el buen ojo de Albertano y lo puse a que me hiciera unas fotos monas para el Instagram.

Ya de regreso nos fuimos a echar unas quesadillas y estuvimos echando la chorcha. Según esto que ya nos íbamos a poner a dieta todos en el teatro, pero no hay manera. Al antojito mexicano no hay quién se resista y ya viene septiembre, así que rodaremos.

¡A gozar que el mundo se va a acabar! Si es usted godín, pida el día y váyase entre semana a Xochimilco a vivir esta experiencia de tranquilidad total rodeado de una vegetación única y paseé por los canales que están llenos de historia. Nos leemos el próximo viernes en El manual de la buena esposa.

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