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CIUDAD DE MÉXICO.- Silvia decidió clasificar y ordenar el material recibido, había mucha gente por atender y poco espacio; empezó a meter cajas y paquetes con sillas de ruedas plegables que después armarían, muletas, prótesis para manos, piernas, pies y otros aparatos a la pequeña bodega.
A la 1:14 empezó a temblar, sonaron las alertas sísmicas y mientras trabajadores, clientes y vecinos corrían a la calle, escucharon crujir el viejo edificio.
Nancy, sus dos empleadas y todos los clientes que se encontraban ahí salieron, sólo Silvia se había bloqueado el paso que pudo ser su escape. Entre lágrimas y terror, todos vieron cómo se vino abajo el edificio.
Varias construcciones empezaron a caer. Había confusión, polvo y la terrible sensación de que no paraba de temblar.
Pasaron algunos minutos que se hicieron interminables, Nancy y sus empleadas se reencontraron y abrazaron. Entendieron que Silvia no había logrado escapar y con sus manos hasta sangrar removieron escombros.
Llegó gente se Protección Civil, las retiraron y curaron sus manos. Alrededor de 40 minutos después hallaron el cuerpo de Silvia. Ella fue una de las 286 personas que ese día perdieron la vida por el sismo de 7.1 grados en la Ciudad de México.
