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CIUDAD DE MÉXICO.– “No vale nada la vida, la vida no vale nada…” reza una estrofa de la canción de José Alfredo Jiménez y ésta aplica perfectamente bien en los habitantes del Barrio Bravo de Tepito, a los que ya se les hizo común y cotidiano vivir entre robos, ejecuciones, balaceras y asesinatos.
Todo esto sin contar otros delitos como las extorsiones, asaltos, trasiego de drogas, tráfico de armas, piratería y fayuca.
“Aquí el barrio rifa y el que es chiva, se pasa de lanza o traicionaa la banda se lo carga la chingada, esa es la ley de los tepiteños; por eso todos andamos enfierrados porque no sabes ni por dónde te puede caer la voladora”, dijo El Jerry, un adolescente de 16 años, que sin temor alguno llegó en su motoneta y, con el cuete en la cintura, se acercó a ver cuando policías y peritos de la PGJ realizaban investigaciones en una vecindad ubicada en el número 116 de la calle Peluqueros, donde acababan de ejecutar a un cristiano; el quinto en esta semana en esa peligrosa zona.
“Ese carnal algo hizo porque no le partieron su madre nomás porque sí, además ni es de aquí”, dijo el chaval que se jacta de conocer a los meros shakas de Tepito y porta una gorra con el emblema de la “U”, alusiva al grupo criminal La Unión de Tepito que se ha convertido en un orgullo para muchos chavos de su edad y que sueñan con algún día pertenecer a esa banda.
Es un secreto a voces que esa organización es responsable de muchos de los asesinatos en calles de la colonia Morelos, como consecuencia de la guerra a muerte que sostienen con un grupo antagónico denominado Fuerza Anti Unión. Sin embargo, nadie dice nada, porque el que chivatea en el barrio firma su sentencia de muerte.
