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abril 20, 2024

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Recios, líderes y goleadores

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Ciudad de México.– Uno es la versión actual de Juan Reynoso, aquel central peruano que gozara de la última gloria de los celestes en el Invierno 1997, cuando derrotaron en la Gran Final al León, dirigido por Carlos Reinoso, y liderado por Ángel David Comizzo, el mismo que perdió la cabeza y le recetó un pisotón descarado en la cara a Carlos Hermosillo.

El otro, el del Nido, se asemeja al llamado Capitán Furia, Alfredo Tena, cabeza de las Águilas en la década de los ochenta y noventa, en las que siempre se destacó igual por su toque goleador, y por su compromiso con la tribuna para regalar alegrías.

Paraguayos de nacimiento, el primero en Luque, y el segundo en Villa Hayes, Pablo Aguilar y Bruno Valdez están convertidos actualmente en los jefes de sus respectivas zagas, y el destino hoy los pone como rivales.

De hecho, Pablito, parte de la reingeniería de Ricardo Peláez cuando éste renovó a los cremas, ya en la era de Antonio Mohamed en el banquillo, fue quien respaldó a Bruno a la llegada de éste a la guarida amarilla.

Sí, Aguilar y Valdez fueron dupla con los cremas, y en comparsa le brindaron al menos un par de Concachampions al milloneta.

COMO TENA

Bruno Valdez, nacido el 18 de octubre de 1996, con 26 años a cuestas, aunque al principio sufrió para hacerse de un puesto, pues la zaga americanista era conformada por Paolo Goltz y el mismo Pablo Aguilar, por lo que fue habilitado como lateral derecho, o tercer central, a la salida del argentino pudo ubicarse en donde mejor le sabe.

Y después, tras la partida de Aguilar a Xolos, fue quien tomó la batuta, pero además el protagonismo, pues al menos en el último semestre, contando los partidos de la Fiesta Grande, sacó a relucir sus dotes como goleador.

Marcador feroz, siempre atento en la anticipación, este guaraní es un espectáculo en el juego aéreo, y esto lo corroboró en las instancias importantes.

Dos anotaciones ante el Toluca, una por partido, otra más a Pumas, todas bajo el mismo corte y precedidas de tiros de esquina, para llevar tres y ser el goleador de las Finales.

Ahora mismo sería descabellado apuntarlo como el arma secreta, pues simple y llanamente es sólo otra arma, que puede hacer daño en cualquier parpadeo.

RENACIÓ

Pablo Aguilar, de 31 años, después de triunfar con los Xolos del Turco Mohamed, pasó a engrosar la plantilla de las Águilas por un mismo pedido de Tony, y rápido gozó de los triunfos rimbombantes.

Un título de Liga MX, dos de Concacaf, y siempre con la pinta de defensa romperredes, éste se ganó a la parcialidad del llamado más odiado; sin embargo, decidió volver a la frontera, hasta recalar en La Noria, esto en gran medida por Peláez, quien le pidió ser parte del proyecto llamado Cruz Azul.

Pablo, sin sufrir para acomodarse en La Noria, muy rápido, con su liderazgo, se convirtió en el segundo eslabón de la columna cementera.

Y, para entregar su versión más importante, también ha aportado su cuota reventando redes, la última, ante los Gallos Blancos del Querétaro, en Cuartos de Final, que los encaminó a las Semifinales ante el Monterrey.

El paraguayo, junto a Julio César Domínguez, convirtió a la zona de retaguardia celeste en la más efectiva de todo el circuito.

Como en la mayoría de los deportes, se asegura que las defensas ganan títulos, el plus para Pablo Aguilar es que, sin ser parte de la malaria azul, sí lo fue de la supremacía que cimentó el amarillo de un tiempo a la fecha, cuando su trayecto como parte del oponente.

Dos zagueros fuertes, recios, pero además goleadores, un ingrediente extra para esta Final soñada entre Cruz Azul y el América.

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