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La ruta de López Obrador hacia Palacio Nacional, puede decirse, comenzó realmente en 1988, cuando por vez primera compitió por la gubernatura de Tabasco.
Desde ese momento, vivió calamidades que no habrían de cejar durante sus otras campañas electorales y su paso por la jefatura de Gobierno del Distrito Federal.
En 1994 volvió a ser candidato a la gubernatura de Tabasco y, paradójicamente, su derrota lo catapultó al escenario nacional, con sus protestas contra lo que él alegó como fraude electoral.
Eso lo llevó a presidir el PRD de 1996 a 1999, periodo en el cual Cuahtémoc Cárdenas ganó el GDF. Como jefe de Gobierno, su etapa más compleja fue en 2005, cuando lo desaforaron, pero no detuvieron su carrera hacia Palacio.
Nuevamente en 2006 se enfrentó a la adversidad. Perdió la elección con una desventaja de apenas el 0.5%. El fantasma del fraude, otra vez. Hasta su paisano, Roberto Madrazo, hace unas semanas dijo que sus números le daban el triunfo a AMLO, y no a Calderón.
En 2012 perdió la elección. Pero este 2018 ganó como quizá nadie lo imaginaba, con más del 50% y mayorías en ambas Cámaras. Hoy, de acuerdo con una encuesta de Grupo Imagen, goza del 78 por ciento de aprobación, histórico para cualquier político en el país
Con información de Alejandro Lelo de Larrea
