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abril 18, 2024

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El súper campeón de la OMB

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Fernando Montiel habla en entrevista con grupo cantón de los momentos más importantes de su carrera arriba de los ensogados

Panamá, Panamá.– Es segura­mente, en una escala negativa, el deporte más ingrato que existe en la faz de la tierra. Se habla de la disciplina más completa, por­que en ella se combinan muchas ramas, que incluso es para tipos con pinta de superdotados.

El boxeo, que a lo largo de su historia escribió capítulos gran­diosos, pero también dramáticos, inmersos en la fatalidad, en una de sus tantas páginas contó con Fernando Montiel, quien precisa­mente se estrenó como Rey del planeta a partir de una pelea que rigió la Organización Mundial de Boxeo (OMB), hoy de manteles largos en territorio panameño, pues aquí celebra su Convención Anual 31.

Kochulito, como era mejor co­nocido cuando se enfundaba los guantes de batalla, conquistó un cinto absoluto por primera vez en su carrera contendiendo por el Mosca del organismo que tie­ne su base en Puerto Rico, y de ahí se enfiló como uno de los más destacados en los ensogados en los últimos tiempos.

“Las ganas de pelear no se quitan, siempre se le vienen re­cuerdos a uno de cuando boxea­ba, y de pronto se antoja, pero sin hacer todos los sacrificios de atrás, porque sí es complicado, pero para eso también tenía, para ser disciplinado en el gimnasio, y todo eso se me viene a la mente cuando veo alguna cartelera”.

Montiel, escarbando en el baúl de sus recuerdos más gratos, pues por supuesto los mejores momentos son más, regresa en el tiempo de su primera vez en una pelea estelar.

“Desde niño quería ser boxea­dor y Campeón del Mundo. Co­rría en la mañana y entrenaba en la tarde, cuando terminé de entrenar llegó mi promotor y me dijo: ‘Ya está la pelea de campeo­nato del mundo, te vas a pelear en diciembre ante el monarca de la OMB’, de lo emocionado me fui a correr otra vez.

“Cuando se presentó la opor­tunidad, a la vuelta del hotel sede mucha buena vibra de la gente, dándome la bendición, fue muy bonito todo el proceso a mi coro­nación”, rememora.

MÁXIMA GLORIA

El título Gallo, que redondeó una carrera ya de por sí prolífica, le trajo consigo un reconocimiento que comparte durante la charla con Grupo Cantón, porque de­rrotar a una de las grandes figu­ras del pugilismo japonés para nada fue cosa menor.

“Hozumi Hasegawa, cuando peleé con él allá en Japón, él era la figura del momento en Japón, y por mucho tiempo; así como aquí en Panamá es Roberto Manos de Piedra Durán, en México Julio César Chávez, allá era él, en cual­quier parte que te parabas había libros de él, imágenes de él, cuan­do se retira le estaban haciendo una biografía, y los escritores le pidieron que para cerrarla tenía que estar Montiel.

“Él fue hasta Los Mochis, me visitó, y nos echamos unos rounds, vacilamos, fue toda una buena anécdota. Ellos tienen otra manera de pensar, otra ideo­logía, tienen una pared pintada de cuando yo lo noqueé, allá le hacen un reconocimiento al ga­nador. Cuando me visitó me dijo todo lo que hicieron después de la pelea, e hicimos el recuento, pasaron cosas que uno ni se da cuenta siquiera”.

TRISTEZAS

El 22 de junio de 2002, en Las Ve­gas, Nevada, el mochiteco pasó el trago amargo de la desgracia, de lo inimaginable, pues nadie hu­biera siquiera pensado que aque­lla noche podría rondar la muerte en la llamada Ciudad del Juego.

Fernando enfrentó al pana­meño Pedro Rockero Alcázar, a quien venció luego de 12 asaltos por decisión, sin apenas mero­dear lo que ocurrió tan sólo 48 horas después, pues éste falleció por un derrame cerebral.

“Siempre lo traigo presente, nunca se me va a olvidar, esto es parte de la profesión, tampoco vamos a jugar a las muñequitas arriba del ring, le pasó a él aque­lla noche, pudo pasarme a mí, que me dejaran mal.

“Siempre lo he dicho, lo voy a llevar en mi corazón, porque más que un rival, él siempre se com­portó como un buen amigo”.

Kochulito visitó la tumba del Rockero por primera vez después de aquel trago triste. Cerró un ci­clo y le rindió tributo con una co­rona de flores, acompañado por Francisco Valcárcel, presidente de la OMB.

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