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abril 25, 2024

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¡Peña, a la cárcel!

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Algunos confundidos y otros panegiristas de la administración peñista –todavía los hay porque es mucho el botín a repartir–, insisten en que perseguir, reprimir, disparar contra varias decenas de jóvenes por haber secuestrado un par de autobuses y amagar con llevarse una “pipa” en apariencia llena de combustible, en la zona del genocidio de Iguala, está justificado y es proporcional: esto es, un autobús tomado en rebeldía vale más que la demanda de justicia y las vidas de los muchachos cansados del mal gobierno. Una paradoja, sin duda.

Por supuesto, el plan de seguridad ordenado para varias entidades del país fue una reiteración del concepto fascista para reprimir y matar ya instalado desde el deplorable sexenio de calderón cuya esposa, Margarita Zavala, quiso ocupar la silla presidencial sin poder deslindarse de las concesiones a favor de la guardería ABC de Hermosillo. Lo subrayo porque, a estas alturas, lo que no se vale es suponerse ignorante para sólo apreciar el rostro amable sin adentrarse en las culpas graves del pasado. Si bajo este criterio funcionara la justicia, ¿cuál sería la balanza para determinar quiénes deben estar encerrados si los autores intelectuales de asesinatos, desde magnicidios hasta genocidios, están jugando a ser legisladores para negociar con la administración federal?

La confusión sembrada por el gobierno en torno a los estudiantes perseguidos y baleados, hace cuatro años ya, para señalarlos como meros delincuentes, fue una estrategia bastante simple para JUSTIFICAR la matanza de aquel jueves 26 de septiembre de 2014 y tratar de desviar la atención mundial confundiendo las cosas: también los “43” –debiera hablarse mejor de los “42” porque uno de los desaparecidos era un soldado en activo y su presencia en la zona de la represión no tiene justificación alguna, ni la ha dado el mando supremo–, secuestraron camiones antes de ser brutalmente silenciados. Y hace dos años, dos normalistas más de Ayotzinapa fueron acribillados en la carretera de Chilpancingo a Tixtla, para reiterar y hacer crecer el genocidio con el cínico pretexto de dejar ver quiénes mandan.

Tal es el meollo del asunto en la cúspide de la manipulación colectiva. Aprovechar situaciones similares dándoles una interpretación sesgada y animando a muchos para que modifiquen sus criterios, dejándose llevar por las publicaciones inducidas por la oficialidad, respecto a uno de los mayores actos de represión desde la matanza de Tlatelolco en 1968. Pero de ello ni se acuerdan cuantos obedecen órdenes “superiores” y soslayan los precedentes.

Basta lo anterior para llevar a la cárcel a peña. ¿O sigue pensando en perdonarlo el presidente electo?

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