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marzo 28, 2024

Desde el Averno

El bebé de Adal Ramones

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Daniel Bisogno

Yo considero que la amistad es uno de los valores más importantes que tenemos en la vida y a los amigos hay que cuidarlos y protegerlos, a veces en contra de muchos intereses propios y más cuando uno se dedica a lo que me dedico yo, cosa que, por cierto, amo y disfruto plenamente. Pero muchísimas veces por amistad me he quedado con información verdaderamente valiosa y que hubiera sido la de ocho columnas; jamás he dicho ni diré nada que mis amigos me pidan que no lo haga, hasta que ellos me lo autorizan; y si no lo hacen, pues me quedo con el secreto hasta la tumba, como me acaba de suceder.

Resulta que desde la semana pasada Adal Ramones y Karlita, su esposa, nos invitaron a cenar; como saben, tenemos una cercana amistad. Llegamos al restaurante en la plaza que se les cayó una parte pero ya está todo abierto y no es por nada pero está increíble, el restaurante oriental, muy pipirisnais, llegamos Cristina, mi mujer, y su asqueroso servidor al lugar, bastante tiempo antes que la pareja. Nos echamos un gin tónic con frutos rojos bastante bueno para ir matando la ansiedad; pocos minutos después apareció mi Adal con Karlita por delante, disculpándose desde el trayecto a la mesa por la ligera demora. Se sentaron y empezó el chacoteo, risas, y de repente me dice Adal: “Amigo, por la espera les trajimos un detallito”, y Karlita le pasó una pequeña bolsa a mi mujer. Cuando sacó lo que venía adentro, como que de momento nos apendejamos y como que no entendimos al ver un chupón de metal; no supimos de momento si nos querían decir que éramos muy mamones o qué, hasta que a mi vieja le cayó en veinte, y ahí fue cuando nos contaron que estaban embarazados ya.

Tenían un tiempecito intentándolo y al final pegó. Fuimos los primeros que no éramos de su familia en enterarnos; vino la alegría, se les felicitó ampliamente, nos echamos otros gin tónic para celebrar y mi Adal me pidió que todavía no dijera nada, porque le faltaba decírselo a Diego, su hijo más pequeño. Su hija Paola ya había sido informada, así como su exmujer y la familia más cercana, pero faltaba el niño y siempre es un tema delicado, dadas las circunstancias, así que me lo aguanté. Casi dos semanas sin podérselo comentar a nadie y dedicándome a lo que me dedico, pero yo sabía que el comentarlo con alguien, aunque fuese fuera del aire, podría hacer que se filtrara la información, así que apechugué y esperé con un silencio sepulcral. Todavía el domingo en la final de La Academia, pensé que mi Adal lo iba a decir, era su programa, pero también mi Adalito, con una gran lealtad, no dijo ni una palabra, pues me había prometido la exclusiva para poderlo contar yo.

Al final una revista, que no tengo la menor idea de cómo se enteró, bueno, sí sospechamos de dónde vino la información, de alguien cercano que no es la primera vez que le vende la nota a dicha publicación y que además no estaba muy contenta con la noticia (saquen conclusiones) pues hasta cierto punto nos quemó la noticia, aunque mi Adalito, leal como es, fue a Ventaneando a contar todo de viva voz y con lujo de detalle, como me había prometido. Para la otra yo creo que no me la voy a aguantar, para que no me vuelvan a comer el mandado… Aunque, a decir verdad, jamás lo haría si un amigo me lo pide. Así es uno de tarado. He dicho.

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